Analizamos Haru Ichiban, el juego más reciente de GDM Games. Diseñado por uno de los autores de juegos de mesa más prolíficos, Bruno Cathala. (Mission: Red Planet, Abyss, Mr Jack, Cyclades, Seiji, Raptor o Madame Ching entre otros.) El título convierte un clásico como las cuatro en raya en un juego de estrategia abstracta completamente diferente.
Haru Ichiban es un juego para 2 jugadores, cada uno de ellos es un jardinero del palacio del emperador. Ambos deberán de competir por crear las más bellas formas florales en los estanques del palacio. Para ello, cuentan con diferentes habilidades, que les permitirán mover las flores y los anfibios que pueblan el lugar.
Haru Ichiban, Kaze no Kimochi
En este análisis veremos los principales componentes del juego. (El tablero, las fichas de nenúfares y las flores que son el corazón de la mecánica del título.) El desarrollo de la partida. (Con el cambio de roles entre los jugadores, que da lugar a diferentes estrategias, según nos interese en cada momento tomar un papel u otro) y nuestra opinión. Todo esto lo podréis encontrar en nuestra crítica del juego al que podéis acceder, como viene siendo habitual, pinchando en la imagen.
Haru Ichiban es un juego rápido que hará las delicias de los jugadores que disfruten con los juegos abstractos. Las mecánicas son realmente sencillas, siendo las estrategias a seguir lo realmente profundo. A lo largo de la partida los jugadores tendrán que tener en cuenta qué números han salido, cuales son los que quedan, valorar que jardinero le interesa ser en cada fase y anticipar los movimientos de su contrincante para alzarse con la victoria.
La edición de Haru Ichiban merece una mención especial. Si bien en otras ocasiones hemos detectado algunos detalles de producción en los juegos de GDM que no cumplían las expectativas, el título que nos ocupa tiene unos estándares de calidad realmente altos. (Con detalles como el gramaje del cartón o la capa de barniz adicional para proteger las fichas.) Todo esto hace de Haru Ichiban un título que no puede faltar en la estantería de cualquier jugador al que le gusten los juegos abstractos.